Tan importante o más que una intervención, es la recuperación de la misma. Generalmente, tras una intervención, se requiere un proceso de recuperación más o menos largo, y también más o menos molesto. Habitualmente, tanto la duración de la recuperación como las molestias durante la misma dependen de la «agresividad» de la intervención.
Si hablamos de varices, una de las posibilidades para eliminarlas es la intervención quirúrgica, que es el tratamiento clásico de las mismas. Es un tratamiento sencillo que consiste en extirpar los segmentos venosos insuficientes, que presentan un mal funcionamiento y se han dilatado. Dado que las varices, en la mayor parte de los casos, dependen de un tronco venoso principal (safena interna o externa), es imprescindible también extirpar éste si queremos que el tratamiento tenga éxito. Precisamente en la resección de la safena interna o externa es donde radica la agresividad de la cirugía, y lo que conlleva un postoperatorio largo (4-6 semanas) y, por lo general, molesto. Durante ese período postoperatorio no se pueden llevar a cabo las actividades habituales de la vida diaria: trabajo, deporte, ocio, etc., o se pueden realizar con grandes limitaciones.
Dentro de las complicaciones del tratamiento quirúrgico de las varices se encuentra la lesión del nervio safeno o sural, que acompañan a la vena safena interna o externa respectivamente. Dicha lesión es muy habitual y, dependiendo de su grado y extensión, se manifestará de una forma u otra. Puede variar desde un pequeño hormigueo en el tobillo, rodilla o ingle hasta un dolor neuropático intenso. Otra complicación muy habitual, por no decir constante, es la presencia de hematomas residuales en las zonas donde había trayectos varicosos; o la aparición de cordones indurados en el recorrido de la safena interna o externa.
La alternativa al tratamiento quirúrgico es la esclerosis con microespuma. Consiste en la inyección de un material esclerosante en el interior de los trayectos venosos. Esto es, las varices y los troncos venosos principales no se extirpan, sino que se «secan». El hecho de no tener que resecar las varices y, sobre todo, la safena interna o externa, supone una disminucíón importantísima de la agresividad del tratamiento. Tanto es así que la cirugía requiere anestesia general o raquídea, mientras que la esclerosis se realiza como mucho con anestesia local. Por otra parte, el actuar desde el interior de la vena hace que la aparición de hematomas sea testimonial y, lo más importante, evitamos con toda seguridad la lesión del nervio periférico.
Después de un tratamiento de esclerosis con microespuma tan sólo se precisa el uso de una media de compresión elástica durante varios días, pero con ella se puede llevar a cabo una vida normal, y el paciente puede trabajar, hacer deporte, tener ocio, etc. desde el primer momento. No hay heridas quirúrgicas que se puedan infectar, ni hay que retirar puntos ni grapas. Es un tratamiento totalmente ambulatorio.
En resumen la esclerosis con microespuma ofrece los mismos resultados que la cirugía pero sin periodo de recuperación postoperatorio.